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viernes, 20 de septiembre de 2013

La fortuna y el fabulista

Un Escritor de Fábulas marchaba a tra­vés de un bosque solitario, cuando se en­contró con la Fortuna. Terriblemente asus­tado, trató de trepar a un árbol, pero la Fortuna tiró de él, lo hizo bajar, y se le ofreció con cruel insistencia.
-¿Por qué trataste de escapar? -pre­guntó la Fortuna, una vez que cesó la re­sistencia y se acallaron los chillidos del Fa­bulista. ¿Por qué me miras de manera tan inhospitalaria?
-No sé qué eres -respondió el Escri­tor de Fábulas, hondamente perturbado.
-Soy la riqueza, soy la respetabilidad -dijo la Fortuna; soy casas elegantes, un yate, una camisa limpia todos los días. Soy el ocio, soy los viajes, el vino, un som­brero brillante y un saco que no brilla. Soy la comida suficiente.
-Muy bien -dijo el Escritor de Fábu­las, en un susurro; ¡pero, por Dios, ha­bla más bajo!
-¿Por qué? -preguntó la Fortuna, sor­prendida.
-Para no despertarme -replicó el Es­critor de Fábulas, mientras una increíble calma se adueñaba de su hermoso rostro.

1.007.5 Briece (Ambrose)

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