Dos Políticos cambiaban
ideas acerca de las recompensas por el servicio público.
-La recompensa que yo más
deseo -dijo el Primer Político- es la gratitud de mis conciudadanos.
-Eso sería muy
gratificante, sin duda -dijo el Segundo Político, pero es una lástima que con
el fin de obtenerla tenga uno que retirarse de la política.
Por un instante se
miraron uno al otro, con inexpresable ternura; luego, el Primer Político
murmuró:
-¡Que se haga la voluntad
del Señor! Ya que no podemos esperar una recompensa, démonos por satisfechos
con lo que tenemos.
Y sacando las manos por
un momento del tesoro público, juraron darse por satisfechos.
1.007.5 Briece (Ambrose)
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