Un Hombre tenía Dos
Hijos. El mayor era virtuoso y obediente, el más joven perverso y taimado.
Cuando el padre estaba por morir, los llamó ante él y dijo:
-Sólo tengo dos cosas
valiosas: mi rebaño de camellos y mi bendición. ¿Cómo los distribuiré?
-Dame tu bendición -dijo
el Hijo Más Joven, porque puede reformarme. Si me dieras los camellos,
seguramente yo sin duda los vendería y malgastaría el dinero.
El Hijo Mayor,
disimulando su júbilo, dijo que trataría de contentarse con los camellos y un
recuerdo piadoso.
Todo se arregló según lo
hablado y el Hombre murió. Entonces, el perverso Hijo Más Joven se presentó
ante el Cadí y dijo:
-Mira, mi hermano se ha
apropiado de mi herencia legítima. Es tan malo que nuestro padre, como todo el
mundo sabe, le negó su bendición; ¿es verosímil que le haya dado los camellos?
El Hijo Mayor fue
obligado a entregar el rebaño y fue correctamente apaleado por su rapacidad.
1.007.5 Briece (Ambrose)
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