Lobito tenía un defecto: era muy desordenado, su
habitación era un caos.
-Lobito, ¿por qué no te fijas dónde pones las cosas?
-le decía su padre.
-Yo pongo todo en su sitio, pero ¿qué quieres que le
haga si se me olvida dónde lo he puesto? -se justificaba Lobito con mucha
sinceridad.
-Este balón es el último que te compre. Si lo pierdes,
no tendrás otro nunca más ¿Entendido? -le dijo Papá Lobo un día.
Como siempre, Lobito volvió a perder el balón. Su
padre cumplió su promesa y Lobito se convenció de que sólo pueden comprarse
cosas que van a ser bien tratadas y cuidadas.
«Ser ordenado tienes su recompensa.»
0.999.5 anonimo fabula,
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