En el bosque de Pamplinolandia las cosas desaparecían
como si se desvaneciesen en el aire. Naturalmente, todos suponían que había un
ladrón por medio, pero ¿cómo descubrirle, si no dejaba la menor huella?
Los mejores detectives del bosque se declararon
impotentes, tras un largo estudio del caso, para resolver el misterio de Los
Robos Invisibles. Era un espectáculo ver a cada vecino del bosque guardar
joyas, regalos y otro atractivos objetos en los sitios más raros. Todo inútil.
El ladrón debía de tener un olfato infalible, porque nada esca-paba a su
avaricia.
El alcalde contrató a Merlín, el canguro detective,
que en dos horas le dijo:
-El ladrón es don Mochuelo, señor alcalde -dijo
Merlín.
-¿Don Mochuelo? ¡Pero si es muy honrado! -respondió el
alcalde. ¿Por qué lo dice?
-Muy fácil. Le he visto robar el televisor de doña
Perdiz -repuso Merlín sereno.
«Cuando un problema no puedas solucionar, a la persona ade-cuada has de
buscar.»
0.999.5 anonimo fabula,
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