El lobo estaba muy hambriento y no encontraba nada que
comer cerca.
Cuando vio al zorro, se dirigió hacia él con intención
de comérselo. El zorro entonces, bastante asustado, gritó bien fuerte:
-¡Perdóneme la vida, señor lobo! ¡Ya ve lo flaco que
estoy! Si me perdona, le diré dónde hay un pozo lleno de quesos.
El lobo accedió. Ya de noche, el zorro le condujo al
pozo. El lobo se asomó y vio la luna reflejada en el agua, y, creyendo que era
un queso, dijo al zorro:
-Baja a traerme ese queso -y el otro se metió en un
cubo y bajó al fondo del pozo
-¡Este queso es muy pesado! ¡Yo solo no puedo con él!
¡Baje y ayúdeme, por favor -dijo el zorro lastimero.
El lobo accedió. Se metió en otro cubo y, como pesaba
más que el zorro, bajó muy rápido mientras que el cubo del zorro subía. Ya
fuera, éste se burló del lobo y le dejó allí.
«Con astucia es fácil engañar.»
0.999.5 anonimo fabula,
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