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viernes, 3 de octubre de 2014

Los dos esposos y el veneno

Para matar ratones
hizo Guzmán algunas confecciones,
las que encerradas con rigor tenía
en un lugar, en el que escrito había:
«Ninguno, para cosa mala ó buena,
me llegue á esta alacena.»
Su mujer Blasa, que con él reñida
la mayor parte estaba de su vida
(porque según la vecindad prugona,
tanto como curiosa, era gruñona),
presumió que su esposo allí encerraba
el tósigo fatal con que trataba
de castigar su eterna impertinencia
(señal que le argüía la conciencia),
y buscando las viles confecciones,
encontró el solimán. ¡Qué imprecaciones!
-«¡Un veneno!» -frenética decía.
-«¡Un veneno!! ¡un veneno!!!» -repetia;
y con verle y tocarle aún no contenta,
llega, lo huele, pruébalo y revienta.

Si lo ven por acaso,
atad á los curiosos corto el freno;
ó apurarán el vaso
aunque escribais sobre él: -«aquí hay veneno»-

Seccion moral: Fabula XXI. La curiosidad

1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047

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