En
contínua querella,
una
vid y una yedra, á un olmo asidas,
se
despreciaban, de odio extrernecidas,
poniéndose
á su vez de más
es ella.
-«¿Ves
aquel ave, que en tendido vuelo-
dijo
la vid por fin
-ya besa el cielo?
pues
si quiero subir, sin más arrimo,
le
llevo
á que meriende este racimo.»-
-«Pues
si me subo yo
-dijo la yedra,
que
solo asida de los olmos medra,
formo
un dosel al cielo,
que,
interpuesto entre el sol, enlute el suelo.
Vamos
á ver si no
-siguió importuna.
-«Vamos
-dijo la vid: -¡A una!» -«¡A una!»-
En
tono el más sencillo,
-«No,
por Dios; no, por Dios -gritó un tomillo,
que
pueden sus bravuras
dejar
el mundo á oscuras.»-
Llegando
ya de su impaciencia al colmo,
dijo
al tomillo el olmo:
-«Puedes
perder el miedo, en mi conciencia,
si
nadie miedo á los cobardes tuvo,
pues
sé por experiencia
que
jamás subirán
si yo no subo.»-
Seccion
moral: Fabula
VIII. Baladronadas
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
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