-«¡Ay!» -un
dogo inocente
exclama
triste en el confuso idioma
que
los perros entienden solamente.
-«No
me coma, don Lobo, no me coma,
porque
nunca á su raza la he debido
ni
siquiera un ladrido;
y
es más digno de garras tan atroces
cebarse
en animales más feroces.»-
El
lobo ya sobre él, no oye sus quejas,
(corno
quejas al fin de un infelice),
y
meneando la cola y las orejas,
parece
que le dice:
-«Muere,
pícaro, aquí, mal que te cuadre;
que
aunque sé que á mi raza no has ladrado,
recuerdo,
sin embargo, haber pasado
por
donde en tono vil ladró tu padre.»
-«Pues
mi padre hizo mal» -clamó espirante;
y
ya iba el lobo á devorarle fiero,
cuando
en el mismo instante
apareció
otro lobo carnicero,
que
mirando hacia allí con vista impía,
pudiérase
decir que le decía:
-«No
le toques al pelo;
que
con él quiero, por vengar mi afrenta,
solventar
una cuenta
que
me quedó á deber su infame abuelo.»
-«¡Infame
abuelo! sí» -pienso que dijo
el
dogo en tanto aprieto;
-«¿Y
he de sufrir la muerte,
no
solo por ser hijo,
mas
también por ser nieto?
¡Oh!
ley, más que inhumana, del más fuerte!»-
Encarados
el lobo con el lobo,
el
segundo al primero,
-«Suelta,
le dijo, bobo;
verás
cómo en tan bajo marrullero
vengo
tu agravio con rencor profundo.»
-«Mil
gracias--le contesta
el
primero al segundo:
-yo
solo en este impío
vengaré
el honor mío.»-
Y
sin otra respuesta,
-«Es
muy justo á mi ver -de nuevo dijo-
que
el galardón (le un padre herede un hijo.»
-«Pues
alto ahí, compadre»
el
segundo prorumpe en són de queja.
-«Si
así hilas la madeja,
es
de mi contingente,
pues
me ha ultrajado el padre de su padre.»
-«Mi
ofensa es más reciente.»
-«La
mía más añeja.»
-«Pues
no le matarás,» -«Ni tú tampoco.»-
Y
con intento loco
se
enzarzaron, embate tras embate,
en
tan igual como feroz combate;
mientras
que el triste dogo, muerto el perro,
se
agacha humilde en tan atroz fracaso,
sufriendo
las pisadas que por yerro
le
desuellan la piel, sin ser del caso:
hasta
que viendo la refriega entrada,
como
quien no hace nada,
sin
decir tus
ni mus,
huyendo el diente,
taimado
se escurrió bonitamente.
¡Cuántas
veces por ruines,
con
encontrados fines,
traban
lid importuna
dos
enemigos fuertes,
y
no les dan ninguna,
por
querer con ajan darles dos muertes!
Seccion
politica: Fabula
XIII. Un daño destruye otro
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