El leopardo no había cazado nada ese día, así que
estaba cansado, de mal humor y hambriento. De vuelta a casa, vio a lo lejos una
paloma que se miraba en un charco. Sin dudarlo, se lanzó sobre ella.
La paloma, al verse en las garras del leopardo, con
gran tranquilidad le dijo:
-Reconozco que estoy en tus garras y vas a comerme,
pero antes quisiera que me con cedieses un deseo. Me entusiasma oír tu rugido,
¡es tan poderoso...! ¡Sé bueno y compláceme
Será mi último deseo.
El leopardo dudó unos instantes. La paloma estaba bien
asegura-da en sus fauces. ¿Por qué iba a negarse? Era su último deseo.
Dio un rugido largo y profundo, pero para hacerlo tuvo
que abrir la boca, momento que aprovechó la paloma para huir volando.
De esta manera, el leopardo vio su vanidad burlada,
pues la paloma fue más liste.
«Si eres vanidoso verás que muchas cosas perderás.»
0.999.5 anonimo fabula,
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