Había una vez un patito muy gordito que quería conocer
mundo. Sin embargo, su mamá nunca lo llevaba de viaje, pues era peligroso,
hasta que un día se decidió y se marchó de casa a vagabundear por ahí.
Andando, se encontró con un gatito que lo saludó con
un leve maullido.
-Miau, miau -repetía una y otra vez. El patito quería
imitarle, pero no podía.
Más adelante encontró a otros animalitos; primero un
pajarito; después una vaca. Ambos le saludaron con su particular lenguaje, que
el patito quiso imitar; pero no lo consiguió. No lograba que le entendieran.
Entretanto, doña Pata había salido en busca del patito
y cuando lo encontró, tranquila al ver que estaba a salvo, lleno de alegría lo
saludó con su peculiar «cua, cua».
-Cua, cua -repitió el patito mientras regresaba a casa
acompañado de su madre.
«Cada uno debe conformarse con lo que puede hacer.»
0.999.5 anonimo fabula,
No hay comentarios:
Publicar un comentario