De la rama de un
árbol un Carnero
Degollado pendía;
En él a sangre fría
Cortaba el
remangado Carnicero.
El rebaño inocente,
Que el trágico
espectáculo miraba,
De miedo, ni pacía
ni balaba.
Un jabalí gritó:
«Cobarde gente,
Que miráis la
carnívora matanza,
¿Cómo no os vengáis
del enemigo?»
«Tendrá, dijo un
Carnero, su castigo,
Mas no de nuestra
parte la venganza.
La piel que arranca
con sus propias manos
Sirve para los
pleitos y la guerra,
Las dos mayores plagas
de la tierra,
Que afligen a los
míseros humanos.
Apenas nos
desuellan, se destina
Para hacer
pergaminos y tambores;
Mira cómo los
hombres malhechores
Labran
en su maldad su propia ruina.»
1.045.5 Samaniego (Felix Maria)
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