Perseguía un
Caballo vengativo
A un Ciervo que le
hizo leve ofensa;
Mas hallaba segura
la defensa
En veloz carrera el
fugitivo.
El vengador,
perdida la esperanza
De alcanzarlo, y
lograr así su intento,
Al hombre le pidió
su valimiento
Para tomar del
ofensor venganza.
Consiente el
hombre, y el Caballo airado
Sale con su jinete
a la campaña;
Corre con
dirección, sigue con maña,
Y queda al fin del
ofensor vengado.
Muéstrase al
bienhechor agradecido;
Quiere marcharse
libre de su peso;
Mas desde entonces
mismo quedó preso,
Y eternamente al
hombre sometido.
El Caballo que
suelto y rozagante
En el frondoso
bosque y prado ameno
Su libertad gozaba
tan de lleno,
Padece sujeción
desde ese instante.
Oprimido del yugo
ara la tierra;
Pasa tal vez la
vida más amarga;
Sufre la silla,
freno, espuela, carga,
Y aguanta los
horrores de la guerra.
En fin perdió la
libertad amable
Por vengar una
ofensa solamente.
Tales los frutos
son que ciertamente
Produce la
venganza detestable.
1.045.5 Samaniego (Felix Maria)
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