Habiendo la Locura
Con el Amor reñido,
Dejó ciego de un
golpe
Al miserable niño.
Venganza pide al
cielo
Venus, mas ¡con qué
gritos!
Era madre y esposa:
Con esto queda
dicho.
Queréllase a los
dioses,
Presentando a su
hijo:
«¿De qué sirven las
flechas,
De qué el arco a
Cupido,
Faltándole la vista
Para asestar sus
tiros?
Quítensele las alas
Y aquel ardiente
cirio,
Si a su luz ser no
pueden
Sus vuelos
dirigidos.»
Atendiendo a que el
ciego
Siguiese su
ejercicio,
Y a que la
delincuente
Tuviese su castigo,
Júpiter, presidente
De la asamblea,
dijo:
«Ordeno a la Locura ,
Desde este instante
mismo,
Que eternamente sea
De
Amor el lazarillo.»
1.045.5 Samaniego (Felix Maria)
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