Un Asno disfrazado
Con una grande piel
de León andaba;
Por su temible
aspecto casi estaba
Desierto el bosque,
solitario el prado.
Pero quiso el
destino
Que le llegase a
ver desde el molino
La punta de una
oreja el molinero.
Armado entonces de
un garrote fiero,
Dale de palos,
llévalo a su casa.
Divúlgase al
contorno lo que pasa;
Llegan todos a ver
en el instante
Al que habían
temido León reinante;
Y haciendo mofa de
su idea necia,
Quien más le
respetó, más le desprecia.
Desde que oí del
Asno contar esto
Dos ochavos
apuesto,
Si es que Pedro
Fernández no se deja
De andar con el
disfraz del caballero,
A vueltas del
vestido y el sombrero,
Que le han de ver la punta de la oreja.
1.045.5 Samaniego (Felix Maria)
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