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martes, 17 de septiembre de 2013

El cangrejo

Un cangrejo se dio cuenta de que muchos pececitos, en lugar de aventurarse en el río, preferían girar prudentemente en torno a una roca.
El agua era limpia como el aire y los peces nadaban tranquilamente, gozando de la sombra y el sol.
El cangrejo esperó la noche, y cuando estuvo seguro de que nadie le viera fue a esconderse debajo de la roca.
Desde aquel escondite, como una alimaña en su madriguera, espiaba a los pececitos y cuando pasaban cerca de él los capturaba y se los comía.
-No está bien eso que haces -gruñó la roca. Te aprovechas de mí para matar a esos pobres inocentes.
El cangrejo ni siquiera la escuchó. Feliz y contento, seguía agarrando pececillos, encontrándolos de un sabor exquisito.
Pero un día, inesperadamente, vino una riada. El río creció, y el agua empujó con tanta fuerza a la roca que la hizo rodar por el lecho del río, aplastando al cangrejo que tenía debajo.

En el fondo, el error del cangrejo y de sus víctimas fue el mismo: limitarse en la vida a repetir actos que una vez dieron buen resultado, convirtiéndolos en una rutina que cualquier cambio exterior puede trastocar.

(de Fábulas, Ar. 42 v.)

1.082.5 Da vinci (Leonardo), 

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