Erase una vez un asno cansado que
no se sentía con ánimos de caminar hasta el establo.
Era invierno, hacía mucho frío y
todos los caminos estaban helados.
-Yo me quedo aquí -dijo el asno, echándose
en el suelo.
Un gorrioncillo hambriento se le
posó cerca y le dijo al oído:
-Asno, no estás en el camino sino
en un lago helado. Ten cuidado.
El asno, muerto de sueño, dio un
largo bostezo y se durmió.
Pero el calor de su cuerpo comenzó,
poco a poco, a deshacer el hielo, hasta que con un gran chasquido el hielo se
rompió.
Cuando se encontró bajo el agua, el
asno despertó alarmado; pero ya era demasiado tarde, y se ahogó.
¡Cuántas veces, por pereza, tomamos por óptima una solución a nuestros
problemas que no sirve sino para ponernos en mayores dificultades!
(de Fábulas, Atl. 67 v. b.)
1.082.5 Da vinci (Leonardo),
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