No a
pares, a docenas encontraba
Las Monas
en Tetuán, cuando cazaba,
Un
Leopardo; apenas lo veían,
A los
árboles todas se subían,
Quedando
del contrario tan seguras,
Que
pudiera decir: No están maduras.
El
cazador, astuto, se hace el muerto
Tan
vivamente, que parece cierto.
Hasta las
viejas Monas,
Alegres
en el caso y juguetonas,
Empiezan
a saltar; la más osada
Baja,
arrímase al muerto de callada,
Mira,
huele y aun tienta,
Y grita
muy contenta:
«Llegad,
que muerto está de todo punto,
Tanto,
que empieza a oler el tal difunto.»
Bajan
todas con bulla y algazara:
Ya le
tocan la cara,
Ya le
saltan encima,
Aquélla
se le arrima,
Y
haciendo mimos, a su lado queda;
Otra se
finge muerta y lo remeda.
Mas luego
que las siente fatigadas
De
correr, de saltar y hacer monadas,
Levántase
ligero,
Y más que
nunca fiero,
Pilla,
mata, devora, de manera
Que
parecía la sangrienta fiera,
Cubriendo
con los muertos la campaña,
Al Cid
matando moros en España.
Es el
peor enemigo el que aparenta
No poder
causar daño; porque intenta
Inspirando
confianza,
Asegurar
su golpe de venganza.
1.045.5 Samaniego (Felix Maria) - 000
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